La saga de los Lastrucci continúa

PRENSA:

Jesús Méndez, bisnieto del genial imaginero, sigue con la vertiente artística de su antecesor

Manuel Gómez

Su taller está lleno de cuadros y de fotografías de sus amigos y de sus obras.
ELENA CAHAZO
Castillo Lastrucci fue uno de los mejores imagineros del siglo XX, tal como lo atestigua la vasta producción que dejó tanto en Sevilla como fuera de ella. Su forma de concebir los pasos de misterio, y su especial manera de trabajar la madera, hicieron de él uno de los artistas más solicitados de su época, con grandes e importantes trabajos como el misterio del Prendimiento de los Panaderos, o María Santísima del Dulce Nombre. Las hermandades de Sevilla le deben mucho a este incansable maestro de la gubia, y muchos fueron los que estuvieron junto a él para aprender el oficio.
Uno de los que más cerca ha estado ha sido su bisnieto, Jesús Méndez Lastrucci, un joven imaginero que ha vivido siempre escuchando cosas de su alabado antecesor, "Desde Pedro Roldan no había existido un escultor en Sevilla con tanta capacidad de trabajo", declara con admiración.
De él ha heredado directamente la pasión por la imaginería, ya que su padre no siguió por estos derroteros de la imaginería y la escultura. "Mi bisabuelo fue un escultor que tocó todos los palos; el primer paso para Sevilla lo hizo con cuarenta años, y anteriormente era un escultor profano", recuerda Jesús Méndez.
"MÍ bisabuelo tenía el taller en la calle San Vicente 52, un barrio en el que se encontraban grandes palacios; un día tuvo que modelar un toro a tamaño natu-
ral, así que pidió que le llevaran un toro al estudio. Pero el animal se escapó por la calle San Vicente y se formó un lío enorme", recuerda Méndez. "Él quería ser torero, era su vocación, pero se tuvo que conformar con ser escultor", añade el imaginero.
Ciudad Real es la localidad en la que más obras de [esús Méndez reciben culto, con cuatro imágenes marianas y dos miste-
rios, y para el año que viene realizará un misterio del Traslado al Sepulcro y del Prendimiento.
La mitad de su obra se encuentra en América, y la otra en España. Una Virgen de los Ángeles en Honduras y un Cristo de piel negra, llamado de Esquipula, también en Honduras. "Se trata de una réplica que me encargaron porque es una imagen a la que le tienen
mucha devoción en Guatemala, como podría ser aquí el Gran Poder; los hondurenos se acercan hasta este país vecino, que en muchas ocasiones sufre problemas de enfermedades, y para evitarlo, me encargaron que tallara una réplica". Sus imágenes han llegado hasta a Manhattan, Miamí, Ohio -"donde tengo un Santo Torino, que no tenía ni ¡dea de quién era, así que tuve
que ir a los archivos a informarme, y resulta que se trataba de un santo español muy conocido"-, Buenos Aires, ... Lo cierto es que Jesús Méndez cuenta con una amplia producción que se encuentra dispersa por medio mundo, lo que es indicativo de que su calidad como artista es reconocido en muy distintas partes del globo.
Además, como su bisabuelo, trabaja tanto la imaginería como la escultura profana, acercándose incluso al mundo de los toros, que le atrae especialmente, al igual que a Castillo Lastrucci. "No estoy limitado a la imaginería, pero la vivo con intensidad", añade Méndez.
El Señor Cautivo de Torreblanca fue la primera obra de culto que realizó este joven escultor, y de la que se siente especialmente orgulloso por la devoción que le profesan en el barrio. "Ese Cristo lo hice con 19 años, era mi primera imagen, y cuando pasaron los años me di cuenta de que estaba un poco verde; así que le hice un cuerpo nuevo en cedro, y le rebajé el peso en más de 30 kilos, porque era demasido pesado -cerca de 100 kilos-, y además aproveché para retocarle el rostro, hasta el punto de que algunos hermanos cuendo lo vieron se creían que se trataba de una nueva imagen", recuerda el imaginero. "Aunque no llegue a la Catedral, se trata de una imagen de Sevilla, por lo que me siento especialmente contento con ella", y sonríe, orgulloso de su trabajo.